sábado, 28 de abril de 2018

Alice Sebold / Mi madre y los gatos



Alice Sebold
MI MADRE Y LOS GATOS

Mi madre, aquella presencia totémica, estaba sentada en el sillón de orejas tapizado en rojo y blanco en el que había pasado las más de dos décadas transcurridas desde la muerte de mi padre. Había envejecido lentamente en aquel sillón, dedicada primero a la lectura y a hacer punto, y después, cuando la vista comenzó a fallarle, a ver programas de la televisión pública desde el amanecer hasta que se quedaba dormida después de la cena. De un año o dos a esta parte se sentaba en el sillón y ni siquiera se molestaba en encender el televisor. Se colocaba en el regazo las madejas de hilo embrollado que mi hija mayor, Emily, seguía mandándole cada año por Navidad y las acariciaba como algunas ancianas deben de acariciar a sus gatos.

Alice Sebold, Casi la luna





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